lunes, 28 de noviembre de 2011

Schokolade

Es cierto, siempre tengo hambre. Todo el día. Y además no tengo control.
Las cosas ricas son uno de mis estados de la felicidad (algún día diré cual es el otro).
Por ejemplo, hoy me encontraba aquí:
Sí, no era la primera vez que estaba allí.
 Cuando me dice M. "Voy al super con tal, quieres algo?". Y yo le dije que no, que muchísimas gracias por su oferta, pero que estaba bien y no necesitaba nada (probablemente no fueron mis palabras exactas, no soy tan maja).
Total, que aún así fue tan guay como siempre y me trajo una de mis mayores perdiciones, también llamada

CHOCOLATE DEL FAMILIA CON ALMENDRAS/AVELLANAS.

En serio, es una locura. Puedo estar sentada, leyendo o dibujando o escribiendo o haciendo lo que sea, y sin darme cuenta comerme una tableta entera.


Así que ahora tengo una tableta de chocolate para mi sola y me la pienso comer entera mientras veo alguna peli (la peli es lo de menos).
Y después de cenar, claro.

Rico, rico.

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